ESFERA
Lo que puede llamarse «metáfora de la esfera» (y metáforas similares, como la «metáfora de la circunferencia» y la «metáfora del círculo») ha sido frecuente en la literatura filosófica. Aparte la tradición oriental, a la cual nos referimos al final del presente artículo, puede decirse que ya desde los presocráticos, y muy en particular desde los pitagóricos, la esfera fue considerada como la más perfecta de las figuras; resultaba, pues, casi inevitable referirse a ella cada vez que quería darse la imagen de la plenitud. El ejemplo más conocido es el de Parménides cuando concibió el ser como perfecto en todas sus «partes», comparable a una bien redondeada esfera: τετελεσμένον ἐστί παντοθεν, εύκύκλου σφαίρης ἐναλίγκιον ὄγκῳ (Diels-Kranz, B. 8, 42-43), sin que pueda determinarse si esta famosa esfera parmenídea es concebida como una realidad material, o bien si el término